Por Dairis Suárez Suárez
Su pasión es la de un artesano. Alejandro Rodríguez es un jóven galdense que se dedica a un oficio en detrimento: la reparación de instrumentos musicales. A sus 23 años este joven ha reparado numerosos instrumentos, entre ellos los órganos de las iglesias de Arucas y Guía, y ahora se encuentra trabajando en la restauración del órgano de la iglesia de San Mateo.
– ¿Cómo supo de la necesidad de reparar el órgano de la iglesia de San Mateo?
El párroco actual me lo comunicó en el año 2013 y hace unos meses volvimos a hablar del tema.
– ¿Cuánto tiempo le llevará a cabo restaurarlo? ¿Será muy costoso?
Todo es muy variable. Ahora mismo estoy centrado en la restauración de la tribuna, el frontis de la iglesia, vidrieras… para que cuando se instale el órgano no haya ningún problema que le pueda afectar, como por ejemplo el de la humedad o el de la carcoma. Una vez termine con los trabajos que estoy llevando actualmente a cabo se procederá a empezar con el órgano. En cuanto al costo, el último presupuesto realizado por un taller de organería de la península asciende a la cantidad de 128.000 euros, a la cual habría que sumarle impuestos. Mi intención es rebajar lo máximo que se pueda esa cantidad. Tanto es así, que el trabajo que lleve a cabo en este órgano es completamente altruista. Aún así, los materiales que se usen serán de primera calidad.
– ¿Tiene alguna experiencia anterior restaurando instrumentos?
Por fortuna, he restaurado aproximadamente unos treinta instrumentos, además de haber realizado diversas intervenciones en muchos otros. Los trabajos más recientes que he llevado a cabo son el del armonio americano de Tenteniguada, restaurado hace dos años e inaugurado por mí el pasado mes de junio, y el armonio francés de San Lorenzo de Las Palmas de Gran Canaria, así como diversos pianos, algunos de ellos de más de un siglo, instrumentos de cuerda pulsada, guitarras y bandurrias, algunos de percusión. También he efectuado algunas intervenciones en múltiples órganos como el de Arucas o Guía, entre otros.
– Todavía se está en el proceso de reparación, pero ¿le ha surgido algún imprevisto?
Aún estamos en la primera fase, realizando el proyecto para valorar la cantidad aproximada del coste de toda la restauración, pero la verdad es que el órgano está en muy malas condiciones.
– ¿Cuándo comenzó a interesarse por la música?
A los 15 años, comencé como autodidacta y al año siguiente restauré mi primer armonio; además fue mi primer concierto pianístico en el teatro consistorial de Gáldar. Mi primer concierto de órgano no sería hasta un año más tarde, cuando tenía 17 años, también en el Norte, en Santa María de Guía.
– ¿Cómo se ha preparado profesionalmente para este oficio?
De manera autodidacta y aprendiendo lo máximo posible de otros organeros. Es un trabajo muy completo, ya que es necesario todo tipo de conocimientos, desde albañilería, carpintería, fontanería, informática, electricidad hasta musicales.
– ¿Piensa dedicarse profesionalmente al arreglo artesanal de instrumentos o lo considera un pasatiempo?
Actualmente es más que un hobby, pero en un futuro no sé donde parará. En estos momentos soy estudiante de órgano clásico en el conservatorio profesional de Las Palmas de Gran Canaria, además de universitario en la Facultad de Ciencias del Mar en la ULPGC.
– ¿Cuál es su próximo proyecto?
Sin ser el de San Mateo hay en marcha restauraciones de pianos y algunos órganos eléctricos en el sur de la isla.
– ¿Qué es lo que más le gusta del proceso de restauración de instrumentos?
Lo que más me satisface es escuchar un instrumento por primera vez después de varias décadas sin sonar. Es una experiencia increíble, sobre todo cuando eres tú mismo el responsable.