El aparcamiento del llamado recinto ferial de Santa Brígida parece haberse convertido ya en el barrizal por excelencia del casco satauteño.
Como cada vez que se producen nuevas precipitaciones, este céntrico aparcamiento ha vuelto a convertirse en una auténtica trampa que obliga a los conductores a sortear con prudencia las balsas de agua y los saltos de barro que se generan con la acumulación de lluvias.
La situación, que ha sido denunciada ya públicamente tanto por los vecinos como por los propios medios de comunicación, se ha tornado ya como habitual con la llegada de los meses de otoño e invierno, sin que ningún responsable, ni en la anterior, ni en la presente legislatura, haya puesto remedio definitivo.